En pocos lugares del mundo persiste una presencia tan fuerte de antiguas narrativas en el imaginario colectivo como en Islandia. Esta fascinante isla se ha ido construyendo en la imaginación del viajero a través de las sagas que describen en su mayoría eventos que ocurrieron durante su poblamiento en el siglo X y XI. La representación cartográfica de Islandia en el Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius, a finales del siglo XVI, no deja lugar a dudas. Por aquel entonces se temían aquellas tierras, no sólo por su inhóspita geografía, si no también por las extrañas criaturas que la habitaban. Aquellas antiguas narraciones habían cumplido su papel, Islandia aparecía como una isla misteriosa plagada de peligros. Ballenas y hienas con complejas mutaciones y de dimensiones excepcionales poblaban un territorio tan temido como atractivo.
Islandia, Theatrum Orbis Terrarum, A. Ortelius, 1592
No por casualidad personajes como William Morris, precursor del movimiento Arts and Crafts, deciden escapar a Islandia, atormentado por su conflictiva vida sentimental, y en su huida acaba fascinado por la isla hasta el punto de aprender la lengua y traducir las sagas. Esa fascinación por las sagas la comparte Morris con Jorge Luis Borges, profundo admirador de la cultura islandesa.
Sin duda las antiguas narraciones han persistido en el imaginario colectivo hasta tal punto que, el viajero actual, al aterrizar se tropieza de inmediato con un mapa turístico de la Haunted Iceland, Islandia embrujada, dónde Elfos y monstruos de todo tipo pueblan la isla. Nada que ver con los mapas turísticos elaborados, distribuidos y subvencionados por las grandes marcas comerciales que pueden encontrarse en cualquier oficina de turismo europea. La tierra del volcán de Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra nos hizo soñar con aquella isla de erupciones y hielo. Todos los relatos de la isla han ido construyendo en cada imaginación aquel lugar lejano. Sin duda la representación cartográfica de Ortelius tiene algo que ver con los monstruos del mapa de la oficina de turismo. Y es que, a pesar de los siglos que los separan, ambas representaciones son un buen ejemplo de cómo la cartografía colabora en la construcción (imaginada o no) de una idea territorio. El imaginario narrativo ha sido preservado por una cultura preocupada hasta la saciedad por la conservación y producción literaria.
Estrella de Diego explica en su obra Contra el mapa cómo la fascinación de los viajeros occidentales por la isla remota lleva a sir Joseph Banks, geógrafo que acompaña al Capitán Cook en sus viajes, a encargar su tarjeta de visita con el perfil de Islandia a finales del s.XVIII. Pero la realidad es que, tal y como lo explica Xavier Moret, autor de La isla secreta, un recorrido por Islandia y la reciente Islandia: revolución bajo el volcán, cuando se emprende la increíble aventura de recorrer la isla el paisaje es sobrecogedor y el viajero sugestionado acaba confundiendo las piedras amontonadas en el camino con seres imaginarios. Sin duda merece la pena llegar hasta allí para redescubrir ese lugar fascinante que tanto habíamos imaginado.
E.G.
E.G.
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