y así, como algunos se aventuran a pintar en gigantescas fachadas, otros deciden que es posible lidiar con los coches...y qué divertido parece. La receta es fácil: bicicletas, cubos de pintura adaptados para ir en la bicicleta, galones de pintura multicolor y un cruce vehicular muy concurrido. Lamentablemente no vivo en un lugar con cruces de este tipo, pero espero poder llevarlo a cabo en un futuro. En todo caso, los invito a copiar la receta.
Sin embargo, este tipo de intervenciones parecen ser tan apropiadas para grandes cruces de congestionadas ciudades como para pequeñas y tranquilas poblaciones, con resultados igualmente positivos.
Parece que no muy lejos del pueblo en que vivo, una idea muy similar fue llevada a cabo por la agencia de diseño Lang/Baumann en el 2010. En Vercorin, un pequeño pueblo al sur de Suiza, cada año se organiza un evento para dar a conocer el pueblo, en el que R&Art organization invita a distintas personas creativas para intervenir.
Y mi última foto no es arte callejero sino una estrategia para prevenir accidentes en las calles de Bogotá.
La ingeniosa campaña fue llevada a cabo en el 2003 por el entonces alcalde Antanas Mockus para reducir el número de peatones muertos. Así, se pintaron estrellas negras en los lugares exactos en que había fallecido un peatón víctima de un accidente. El impacto de dicha campaña fue mucho mayor del esperado y se ha llevado a cabo en muchas tras ciudades y carreteras del país.