Tropezar con una mesa en la calle, eso no ocurre todos los días, a no ser que se trate de las que ahora pueblan las terrazas al sol. En mi calle sí ocurre, de vez en cuando se animan (todavía no sé quién) y disfrutan de una comida al aire libre, las sillas, los manteles, los brindis y los olores transforman el escenario a pie de calle. No se trata de una acción artística o reivindicativa, en mi calle el coche no puede circular, cerraron el paso tiempo atrás, y algunos tomaron las riendas del asunto. Refugiados de indiscreciones automovilísticas, algunos se animan incluso con taburetes y mesillas (el tamaño es variante) a tomar el café, mientras curiosa les observo desde arriba.Quizás con algo de envidia al pensar, ¡Un día me animo y me pongo a merendar allí abajo también!Aunque ahora que los balcones se poblaron de plantas y flores nuevas, las alturas tampoco están mal, sobre todo cuando te sorprendes descubriendo que otros muy cerca de tí recogen rayos de sol también, desde otros balcones, terrazas o ventanas abiertas a la primavera de nuevo, un año más. Pero, volvamos a pie de calle...¿Qué ocurriría si la mesa no está exactamente en el exterior?¿Y si sólo parte de ella se apoya en el espacio público? Este entre el interior y el exterior es lo que ocurre en el proyecto City Eyes de DUS Architects. Con esta fachada de por medio los menús para dos pueden acabar la rutina para siempre. Mesa aquí o allí, fuera o dentro, o las dos a la vez...Atravesando esta ventana, ¿Dónde está el límite del espacio público y privado? Esto parece el más difícil todavía. Es una pena que en mi ciudad la ventanas sean demasiado altas...
E.G.
Imágenes DUS Architects
para saber más:
¡Qué manera más divertida y sencilla de alterar el espacio! O mejor dicho: de aprovecharlo. Además, así se soluciona enseguida el dilema de "¿sol o sombra?" :p
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