lunes, 2 de abril de 2012

DEJAR HUELLA


Existe una necesidad, quizás casi universal, de dejar huella allí por dónde pasamos. Desde antiguas inscripciones (incluso en cuevas) hasta los mensajes en árboles mutilados por un corazón atravesado con una flecha. Muchos hemos sentido el impulso alguna vez de colaborar en algún mensaje colectivo de alguna puerta de aseo o dejar alguna palabra sobre una ventana con vaho, en el coche, de viaje. Al salir de la ducha con suerte podemos tropezar en el espejo con un mensaje semi-oculto junto a nuestra cara de ser humano recién levantado. En las mesas del colegio las firmas se acumulan, las señales, los dibujos,… ¿Y en la ciudad?¿Cómo dejamos huellas?¿Cuáles son las huellas de nuestro pasado en las calles, en los bares, en los edificios? Los lugares se cargan de significados que van cubriendo las capas de nuestra memoria. A veces el recuerdo es una huella suficiente. Observando edificios medio destruidos,  podemos observar con detalle como un tiempo ajeno se ha paralizado, mientras cuelga de la pared el papel pintado, huellas de habitantes del pasado. Cada mañana observo como, inmóviles, la cafetera, los vasos, las sillas siempre en la misma posición, compiten con el paso del tiempo, en una obra abandonada frente a mi balcón. Ellos también dejaron huella, justo cuando la obra se detuvo definitivamente después del almuerzo. Recuerdo aquel día caluroso y ahora petrificado en mi visión diaria, hace un año ya. Los artistas urbanos lo saben bien. Dejar huella para ellos en la ciudad es su forma de crear, también de decir: estuve aquí. Superville quiere de vez en cuando añadir un humilde, “por aquí pasé”. Los lugares tienen huellas, y nosotros las creamos y reinventamos constantemente.
E.G.


                                                              Superville en Reykjavik, verano 2011
                                                                   fotografías: Luismi Romero


2 comentarios:

  1. Los grandes monumentos, el Arte con mayúsculas, un blog, una foto... todo es dejar huella. Y la intención es siempre la misma: escapar al paso del tiempo. No sólo se trata de marcar el territorio con un "estuve aquí", sino de ganarse el reconocimiento de quien encuentre nuestra huella "estuve aquí... y te he dejado esto". Incluso las huellas efímeras están pensadas para durar... pero menos. ¿Miedo a ser olvidados?

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  2. ¿Miedo a ser olvidados? afirmo ganas de ser recordados, de evocar una leve sonrisa, un estímulo positivo del "generé parte de la historia de este lugar"

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